“Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación.”

2 Corintios 5:18-19.

En Bethel Echegaray...

… conocemos la gracia de Dios porque la hemos experimentado en nuestras propias vidas. Damos gracias al Señor porque nos ha amado de una forma tan maravillosa que nos deja asombrados de cuán ancho, cuán largo, cuán alto y cuán profundo es su amor. Éste es mayor a lo que nuestra mente y corazón pueden comprender y no cabe duda de que Nuestro Padre no deja de mostrarnos su misericordia y bondad cada mañana que nos permite crecer en Él.

Esta porción de su iglesia comenzó hace diez años, con un puñado de hermanos que necesitaban un lugar en el cual congregarse, sumado a un deseo de nuestro Pastor Manuel Martínez de llevar la palabra de nuestro Dios a la zona de Echegaray y con un propósito claro de Dios: establecer su obra en este lugar. Echegaray, vista de manera superficial, podría parecer llena de dificultades y adversidades, sin embargo, nuestro Dios ha demostrado una vez más que para Él no hay imposibles y que Él tiene misericordia para con nosotros bendiciendo la fundación y crecimiento de esta congregación.

Desde sus inicios, el propósito de esta iglesia ha sido mostrar la misericordia de Dios y promover la reconciliación del hombre con su Creador; en primer lugar, porque la reconciliación es una necesidad que cada uno de nosotros tiene y en segundo lugar, es el ministerio que Dios dejo a sus hijos, a quienes Él ha amado, restaurado, y enviado a cumplir su misión. Por eso, Bethel Echegaray es un lugar donde los cansados, heridos y afligidos hemos encontrado reposo, restauración y paz con nuestro Señor.

A lo largo de estos años el Señor no sólo ha mostrado su propósito en Echegaray, sino que nos ha enviado a compartir de su amor a otros. La misión en Chimalpa tiene seis años de ser procurada por los hermanos de Echegaray quienes hemos ido a compartir y enseñar la palabra de Dios, predicando con hechos el amor al prójimo y la importancia de restablecer una relación íntima y personal con Dios.

Nuestra amada iglesia es un lugar donde no necesitas ocultar tus cicatrices, sino que es un lugar donde puedes ser amado por personas que entendemos que Dios te ama y que desea reconciliarte con él por medio de Cristo Jesús.

Bethel Echegaray es una iglesia especial y única, es una familia donde tenemos diferentes miembros, pero con una misma fe y un mismo Espíritu, donde el mostrar el amor de nuestro Señor es nuestra prioridad, y donde reconocemos la importancia de servir a nuestro Dios en unidad, siendo un solo cuerpo donde la cabeza es Jesús, nuestro Salvador.

¿En qué creemos?

1. Las sagradas escrituras

Creemos en que las escrituras son inspiradas por Dios, y útiles para enseñar, redargüir, corregir e instruir en justicia.

(2 Timoteo 3:16)

La Escritura es la revelación completa y final de Dios al hombre. Sirve como testimonio para conocerlo a Él, así como al mensaje de salvación y reconciliación de Dios con el hombre.

(1 Tesalonicenses 2:13; 2 Corintios 5:16-19)

Interpretamos tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento a la luz de la revelación de Jesucristo como Hijo de Dios, el mesías y Dios encarnado.

(Juan 1:1, 17-18; 1 Juan 1:1-4)

La Biblia es la única norma de fe y práctica en la vida de todo creyente. Es palabra viva y eficaz de parte de nuestro Señor para guiar a sus hijos en el cumplimento de la voluntad divina.

(Josué 1:8; Hebreos 4:12)

2. Dios trino

Creemos en el único Dios verdadero, creador y soberano de los cielos y la tierra, eterno, santo, justo, amoroso, misericordioso, omnipresente, omnisciente y omnipotente.

Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, manifestado en diferentes funciones particulares, pero sin distinción de naturaleza, esencia o ser. Se ha revelado a sí mismo desde la creación y a través de su palabra con el propósito de tener una relación personal con sus hijos.

(Romanos 1)

Jesucristo es Dios encarnado, varón perfecto y sin pecado, nacido de una virgen, crucificado por nuestros pecados y resucitado por el Padre para vencer al pecado y derrotar a la muerte.

(Filipenses 2)

El Espíritu Santo es Dios, el gran consolador. Escudriña el corazón del hombre y es quien da convicción de pecado. Gobierna la vida del creyente y cultiva el carácter cristiano, conforta a los creyentes y les otorga los dones espirituales con los cuales sirven a Dios por medio de la iglesia. Mora en el creyente desde el momento de la salvación y sella su corazón como promesa de la salvación en Cristo Jesús.

3. Salvación

El hombre ha sido creado por Dios a su imagen y semejanza; sin embargo, la humanidad atentó contra Dios negándose a glorificarle y reconocerle como el creador y soberano, eligiendo vivir apartada de los preceptos y enseñanzas que Dios puso en su corazón y reveló a través de su palabra.

Todos los seres humanos somos pecadores y fuimos destituidos de la gloria de Dios; mas el Señor en su amor y misericordia se encarnó para presentarse a sí mismo como el Cordero necesario para el sacrifico para el perdón de pecados, dando cumplimiento al precio de sangre a pagar por nuestra rebeldía.

La salvación consiste en Jesucristo tomando nuestro lugar en la cruz y dándonos vida a través de su muerte y resurrección, para así reconciliar al hombre con el único Dios, vivo y verdadero.

El hombre es libre de aceptar o rechazar este regalo de Dios, ya que la salvación es solamente por fe en Jesús como Hijo de Dios, como Señor y como único y suficiente salvador, quien fue encarnado, crucificado, resucitado y glorificado.

4. Iglesia local

La iglesia local está conformada por creyentes en Cristo que han realizado una confesión pública de su fe y que han decidido bautizarse en obediencia al Señor. La iglesia tiene una unidad en fe y reconoce al Señor Jesucristo como el único Señor, fundamento y cabeza de esta.

Creemos en un Dios de orden y le adoramos reverentemente, con una vida que se ajusta a su palabra y que le adora con su cuerpo, con su mente y con su alma. Nos congregamos el primer día de la semana para adorarle, reconocerle y estudiar su palabra en unidad, como un solo cuerpo en Cristo. También le alabamos con nuestras ofrendas como muestra de la sujeción que tenemos a su mano bondadosa.

Reconocemos al pastor como responsable de la iglesia y oramos para que el Señor lo guíe en obediencia y sujeción a Jesucristo como cabeza de la misma.

5. Nueva vida del creyente

El creyente es transformado por medio del Espíritu Santo al estar en Jesucristo. Como nueva criatura, vive ahora sujeto a la palabra y dirección de Cristo como su Señor y Salvador. El Espíritu Santo mora en el corazón del creyente y es el responsable de guiarlo e instruirlo en un discernimiento y aplicación de la palabra de Dios. Como resultado de la sujeción al Espíritu Santo y su permanencia en el creyente, se hace manifiesto su fruto en el carácter del cristiano: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, fe, mansedumbre y templanza.

Los hijos de Dios tienen libertad del pecado y están ahora bajo la gracia redentora del Señor, en donde buscan cumplir con el propósito divino de ser conforme a la imagen y semejanza de Dios, reconociéndole como Padre y proveedor de todo cuanto tienen.

El creyente tiene testimonio por medio del Espíritu Santo de su salvación y, aunque es un regalo recibido por fe y no puede perderse, se ocupa de vivir de acuerdo con la voluntad de su Padre celestial y le honra en cada aspecto de su vida sabiendo que tendrá un encuentro cara a cara con Dios, en la hora de su regreso glorioso y triunfante.

6. Ordenanzas

Como iglesia reconocemos dos ordenanzas que el Señor Jesucristo dejó a sus discípulos: el bautizo y la cena del Señor.

El primero es un testimonio público de que el creyente reconoce a Jesús como el Cristo, el Dios encarnado. Expresa que ha aceptado su sacrificio en la cruz y que en su resurrección ha vencido a la muerte y al pecado. El bautizo por inmersión representa la muerte a la vida pasada y la resurrección a una vida eterna en Cristo Jesús.

La cena del Señor es un símbolo de la esperanza del cristiano respecto a la segunda venida de Cristo. Anunciamos el evangelio de Cristo, su obra en la cruz, donde fue partido su cuerpo y derramó su sangre en pago por nuestros pecados. Lo hacemos constantemente porque esperamos su regreso victorioso y definitivo.

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